miércoles, 29 de julio de 2015

Stefan Zweig (Ardiente Deseo, 1911)

 


 "Se encontraba en esa edad decisiva en la que una mujer empieza a lamentar el hecho de haberse mantenido fiel a un marido al que al fín y al cabo nunca ha querido, y en la que el purpúreo crepúsculo de su belleza le concede una última y apremiante elección entre lo maternal y lo femenino. La vida, a la que hace tiempo parece que se le han dado ya todas las respuestas, se convierte una vez más en pregunta, por última vez tiembla la mágica aguja del deseo, oscilando entre la esperanza de una experiencia erótica y la resignación definitiva.Una mujer tiene entonces que decidir entre vivir su propio destino o el de sus hijos, entre comportarse como una mujer o como una madre. Y el barón, perspicaz en esas cuestiones , creyó notar en ella aquella peligrosa vacilación entre la pasión de vivir y el sacrificio"


 Fragmento de Stefan Zweig (Ardiente Deseo, 1911)

La niña de los farolitos azules

La niña efervescente entra en la clase a ritmo de bengala recién prendida, brincando de atrás hacia adelante como rana que bailase una melodía inaccesible a oídos no infantiles.

Mira a la maestra con sus enormes farolitos azules y le susurra un secreto:

—Mañana dormiré junto a mi amiga, y cuando en su casa todos duerman, a escondidas robaremos chocolate.

¿No se dará cuenta su madre de que le robáis el chocolate? Le dice la maestra, lista a reprenderla.

Sus pequeños dientes tintinan en su risa blanca de duende, y niega efusiva a las necias preguntas de mayores.

 —Mi amiga siempre lo hace y no se da cuenta. Pero esta vez le ha pedido a su mamá que compre del blanco, que es el que a mí me gusta.

La maestra baja la mirada y sonríe. La niña da un vuelco, un salto. Y en medio de ese centelleo y ambiente de campanillas con sus bracitos le rodea la cintura y abrazándola le dice:

—Si quieres, puedo guardarte un trozo.

 Mayte Gallego

Texto publicado en la Antología de Relato Breve "Sentimientos" 
Letras con Arte 2014.